6/5/10

El callejón de los milagros

-No digas nunca que te aburres. El aburrimiento es señal de falta de fe en Dios. Significa que uno está harto de la vida. Y la vida es un don divino. ¿Cómo puede un creyente encontrarla aburrida o pesada? Me dirás que estás cansado de eso o de lo otro. Pero eso y lo otro vienen de Dios. No te rebeles contra los actos del Creador. Todo posee su belleza y su sabor, pero la amargura de un alma puede echar a perder los más sabrosos manjares. Hazme caso, el sufrimiento tiene su parte alegre, la desesperación también es dulce y la muerte no carece de sentido. Todas las cosas son hermosas, todo sabe bien. ¿Cómo podemos aburrirnos con el cielo azul, la hierba verde, las flores perfumadas, con la maravillosa capacidad de amar que tiene el corazón y ante la infinita fuerza del espíritu para creer? ¿Cómo es posible aburrirse en un mundo en que están los seres que amamos, que admiramos, que nos aman y que nos admiran? Invoca a Dios contra el demonio maligno y no digas que te aburres…

Tomó un sorbo de té con canela y prosiguió:

-A la desgracia hay que enfrentarse con amor: él nos consolará y nos devolverá la alegría. El amor es el mejor remedio. En los pliegues del infortunio se esconde la felicidad, como el diamante en la grieta de la mina. Dejémonos instruir por la sabiduría del amor.

(Naguib Mahfuz, El callejón de los milagros, Martínez Roca 1988, 299 páginas)

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