En la época en que Polonia se hallaba bajo el dominio comunista, había disidentes que daban clases nocturnas en sus casas y dirigían seminarios sobre escritores y filósofos excluidos del canon oficial (por ejemplo, Platón). No había dinero que cambiara de manos, aunque seguramente existían otras formas de pago. Si ha de sobrevivir el espíritu de la universidad, algo por el estilo deberá surgir en países donde la educación terciaria ha sido subordinada por completo a los principios comerciales.
(J.M. Coetzee, Diario de un mal año, Mondadori 2007, 240 pág.)