Cuando aceptaran sin miedo, como él empezaba a hacer, que el mundo no tenía nada de texto, sino que era un flujo incoherente y contradictorio, desigual, desproporcionado, caprichoso, inmotivado y absurdo, sin ideas fuerza, con cabos sueltos, deshilachados, sin corrientes de sentido, con intereses contradictorios, sin centro ni márgenes, amorfo, hipertrofiado aquí, pero atrofiado más allá, cuando aceptaran eso, habrían comenzado a comprender la verdad.
(Antonio Orejudo, Un momento de descanso, Tusquets 2011, 241 pág.)
(Antonio Orejudo, Un momento de descanso, Tusquets 2011, 241 pág.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario