“Ni siquiera es un miedo al islamista, al fanático, al terrorista vocacional, nada de eso, más bien se refiere al tranquilo magrebí que se sienta al sol en una plaza, que te pide un cigarrillo. Un miedo cultural, que se origina en relatos viejos y se agranda con relatos nuevos, desde las descripciones aterrorizadas que los presentaban como bestias sangrientas en las luchas coloniales o en nuestra guerra civil (su fama de castradores de cadáveres y violadores de mujeres ha quedado blindada en nuestro imaginario), hasta las actuales pandillas de niños abandonados y adictos al pegamento, pasando, por supuesto, por la invariable deshumanización que comparten con el resto de africanos y que no les deja más que la posibilidad de ser verdugos brutales o víctimas sacrificables, presentados una y otra vez en los medios de comunicación como masa inculta y fanatizada que administra su propia justicia grupal linchando, mutilando y colgando cadáveres en la plaza con la misma pasión con que rebanan el clítoris a sus hijas, apedrean a los homosexuales, violan a nuestras hijas y venden droga barata a nuestros hijos, entre otros tópicos de aceptación masiva.”
(Isaac Rosa, El país del miedo, Seix Barral 2008)
(Isaac Rosa, El país del miedo, Seix Barral 2008)
Una novela sobre el miedo y sus mecanismos sociales cuyo protagonista es una víctima tan inverosímil como inquietante.
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