4/1/09

Nieve (Orhan Pamuk)

Un adulto se pone a escribir y saca 650 páginas de ficción, es decir, de mentiras ingeniosas. Les pone el título de Nieve y, unos años más tarde, le dan el Nobel. Genial. En un mundo precario por definición, dedicas tu tiempo a la industria de talar bosques para imprimir tus fantasías y un rey te concede un premio. ¿Y qué decimos de la gente que leemos las 650 páginas? ¿Hay ficción que no empiece a aburrir a partir de la 100?

Ka es un poeta turco. Vive en Alemania gracias a un subsidio de refugiado político. Un periódico de Estambul le envía a Kars, una pequeña ciudad de la frontera este, para cubrir un extraño suceso: las jóvenes se suicidan en serie (la tradición novelesca tiene debilidad por las suicidas: Emma Bovary, Ana Karenina). Además va a haber elecciones y los islamistas tienen todos los números para ganarlas. Nada más llegar, una gran nevada corta las carreteras. Kars queda incomunicada. El poeta Ka se empieza a encontrar con su pasado y su futuro todo a la vez y en una concentración peligrosa.

“Oías la voz de Dios dentro de ti, pero intentabas ignorarla. Sentías que cada cosa formaba parte de un todo, pero pensabas que serías más infeliz y más inteligente si cerrabas los ojos a Aquel que te hacía sentirlo. Tenías razón. Porque sabías que sólo siendo infeliz e inteligente podrías escribir buena poesía.”

Borges nos tiene acostumbrados a una versión muy platónica del tema de la biblioteca. Una perla a lo dirty realism:

“La biblioteca municipal de Frankfurt, a la que Ka iba cada mañana, era un edificio moderno y sin personalidad. En el interior había los típicos visitantes ocasionales de esas bibliotecas, amas de casa, viejos que matan el tiempo, desempleados, un par de árabes y turcos, estudiantes que charlaban entre risitas mientras hacían los deberes escolares, así como los inevitables habituales: obesos, inválidos, locos y subnormales.”

Nieve es, entre otras cosas (profesores tiene la Literatura para crearlas), un discurso sobre la pobreza, la debilidad y la desesperación. Y la poesía es una parte de ese panorama blanco de inocencia e inutilidad.

“Ka me había dicho mucho antes que un buen poeta sólo tiene que girar alrededor de las poderosas verdades que encuentra ciertas pero en las que teme creer porque estropearían su poesía y que es precisamente la música oculta de aquellos giros lo que forma su arte.”

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