26/8/08

Por eso es bueno, periódicamente, probar a sostener lo contrario de lo que uno cree y comprobar que también puede persuadir, incluso más que la propia creencia. Luego puede volverse al punto de partida, porquer lo importante no es estar en lo cierto, sino estar a gusto. Del mismo modo, si la convicción opuesta a la convicción propia, aunque no resulte más persuasiva, se demuestra más confortable, no hay otra solución sensata que cambiar. Amargarse por lealtad a una casualidad es un signo de inmadurez.

Lorenzo Silva, La flaqueza del bolchevique

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