20/12/08

Salvatore Giuliano

Ha habido en Italia una república oculta que ha actuado en la sombra con los instrumentos de la corrupción, la mafia, la masonería y los servicios secretos ante una república manifiesta y oficial nacida de la Resistencia, una misteriosa república criminal opuesta a la de la experiencia democrática. Esa república, ese “doble Estado”, hicieron su primer ensayo general el primero de mayo de 1947.

Cerca de tres mil personas reunidas en Portella della Ginestra, un valle soleado dominado por abruptas montañas a poca distancia de Piana dei Greci, celebraban el día del Trabajo. Festejaban los primeros éxitos de sus luchas y la victoria electoral de las izquierdas en las elecciones regionales del 20 de abril. A las diez y media de la mañana, un zapatero de Piana, el secretario de la sección socialista local, tomó la palabra para el discurso oficial de la manifestación. Fue entonces cuando desde las montañas circundantes comenzaron a crepitar las ametralladoras. Treinta y cuatro personas entre hombres, mujeres y niños quedaron sobre el terreno, acribilladas y desfiguradas, a veces debajo de sus mulas agonizantes enjaezadas de fiesta, entre gemidos e imprecaciones.

En la noche del 22 de junio fue atacada con ráfagas de ametralladora, granadas de mano y cócteles molotov la sede de la sección comunista de Partinico. En el curso de la misma noche fueron asaltadas y destruidas las sedes de los partidos de izquierdas en Carini, San Giuseppe Jato, Borgetto, Cisini, Montelepre y Monreale. Esta vez los criminales rubricaron sus acciones: una octavilla firmada por Salvatore Giuliano invitaba a los “jóvenes sicilianos a la sublevación” e informaba de la constitución de un cuartel general de la lucha armada contra el comunismo que se aprestaba a reclutar un ejército de voluntarios.

Para sustraerse de la cárcel, después de haber matado por casualidad a un carabinero que lo había sorprendido in fraganti en una operación de pequeño contrabando tras el desembarco aliado en Sicilia, se había echado al monte y había elegido el camino sin retorno de los forajidos. Giuliano era un semianalfabeto al que la extraordinaria publicidad de la que había disfrutado por sus empresas clamorosas había transformado en un megalómano sin recato. Es fácil comprender que no tenía las ideas claras sobre el fenómeno mafioso y que, como ocurre de costumbre con cualquiera que sufre una instrumentalización, ni siquiera estaba en condiciones de entender que era instrumentalizado.


(Extractos de Historia de la mafia, un poder en las sombras de Giuseppe Carlo Marino)

14/12/08

El desierto de los Tártaros (Dino Buzzati)




Hasta entonces, había avanzado por la despreocupada edad de la primera juventud, un camino que de niño parece infinito, por el que los años transcurren lentos y con paso imperceptible, por lo que nadie nota su marcha. Caminamos plácidamente, mirando en derredor con curiosidad, no hay necesidad alguna de apresurarse, nadie apremia por detrás y nadie nos espera, también los compañeros avanzan sin pensar y se detienen con frecuencia a bromear. Desde las casas en las puertas, los mayores saludan, compresivos y hacen señas para indicar el horizonte con sonrisas de inteligencia; así, el corazón empieza a latir con deseos heroicos y tiernos, se saborean, la víspera, las cosas maravillosas que esperan para más adelante; aún no se ven, no, pero es cierto, absolutamente cierto, que un día llegarán.

pág. 59




Este libro, que es acaso su obra maestra y que ha inspirado un hermoso filme de Valerio Zurlini, está regido por el método de la postergación indefinida y casi infinita, caro a los eleatas y a Kafka. El ámbito de las ficciones de Kafka es deliberadamente gris y mediocre y sabe a burocracia y a tedio. Tal no es el caso de esta obra. Hay una víspera, pero es la de una enorme batalla, temida y esperada. Dino Buzzati, en esta páginas, retrotrae la novela a la epopeya, que fue su manantial. El desierto es real y es simbólico. Está vacío y el héroe espera muchedumbres.

(Del prólogo de Jorge Luis Borges)

En efecto: en esta novela está Kafka, pero también el Bartelby de Melville o el Wakefield de Nathaniel Hawthorne. Todos ellos pertenecen a un mundo de castigos enigmáticos, de personajes triviales abandonados por su Destino.

7/12/08

Crash (J.G. Ballard)

Empecé a entender los verdaderos motivos del choque de automóviles después de conocerlo a Vaughan.
pág. 25


La sangre atravesó el parabrisas roto y me cubrió la cara y el pecho. bomberos que me sacaron más tarde de la cabina aplastada pensaron...

pág. 26

...tenía el sabor inconfundible del cuerpo de Catherine, una aroma que había olvidado...

pág. 36


Un sello tan de toda la vida como Minotauro cobra 18 euros por esta edición apresurada. Supongo que quería aprovechar el impacto de la exposición sobre Ballard en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.


La semana que siguió al accidente había sido un laberinto de dolor y fantasías extravagantes. Las vulgaridades de la vida cotidiana, con sus dramas ocultos, habían sofocado o atrofiado toda mi resistencia orgánica al sufrimiento físico. El accidente había sido la única experiencia auténtica de los últimos años. Por primera vez me enfrentaba a mi propio cuerpo, inagotable enciclopedia de dolores y excreciones, a la mirada hostil de los otros, y al hombre muerto en el accidente. Después de haber sido bombardeado implacablemente por la propaganda de la seguridad en las carreteras, haber tenido un accidente real era casi un alivio. Como todos los que viven asaltados por cartelones admonitorios y filmes de televisión con accidentes futuros, yo había tenido la impresión vaga e inquietante de que la espantosa culminación de mi vida se ensayaba desde hacía años, para ser representada en una carretera o intersección que sólo los directores de esos filmes conocían.

pág.43

El bebé de Miriám

Título: En el nombre de la madre ( In nome della madre ) Autor: Erri de Luca Año de aparición: 2006 Edición: Ediciones Siruela, 107 pági...