31/12/17

El Infierno de Dante

La cuenta de twitter @maurette79 ha tenido la feliz idea de convocarnos a una lectura colectiva de la Divina Comedia a partir de mañana 1 de enero. Como enfrentarse con un texto tan antiguo no es cualquier cosa y toda ayuda es bienvenida, he reunido los resúmenes de los cantos del Infierno que Angel Chiclana incluyó en su edición de la obra dantesca. Para que se orienten. ¡A pasarlo bien!



1. 
Dante adquiere conciencia de haberse apartado del camino recto y se encuentra perdido en una selva oscura. Intenta escapar subiendo a una hermosa colina que se ofrece a su vista, pero se lo impiden una pantera, un león y una loba. Huyendo de los tres animales, baja de nuevo hacia la selva, cuando lo detiene el espíritu de Virgilio, que le explica que no podrá escapar de la loba y subir a la colina por ese camino. Llegará un día en que un Lebrel ahuyentará a la loba y la precipitará en el Infierno. Para salir de la situación en que se encuentra debe confiar en Virgilio, que lo guiará por un camino más largo, a través del Infierno y del Purgatorio. Más tarde, alguien más digno que el mismo Virgilio lo llevará a la contemplación de los bienaventurados. Se ponen en camino.

2. 
Los intentos de subir a la colina le han hecho perder todo el día; ahora estamos en la noche del Viernes Santo. Dante se desanima ante el camino que le queda por recorrer y Virgilio tiene que devolverle la confianza explicándole que Beatriz, advertida por Santa Lucía y a instancias de la Virgen, es quien lo envía para rescatarlo. Con nuevas fuerzas, Dante reemprende el camino.

3.
Pasada la puerta del Infierno, se encuentran en el Vestíbulo, donde los condenados corren eternamente, despreciados tanto por la misericordia como por la justicia. Carón, el barquero infernal, se niega a pasar a Dante, todavía vivo, hasta que Virgilio le obliga a obedecer explicándole el motivo del viaje. Violento terremoto que hace desvanecerse a Dante.

4.
Recuperado de su desmayo, Dante se encuentra al otro lado del río. Siguiendo a Virgilio llega al Limbo, residencia de ultratumba de los no bautizados y de los paganos virtuosos. Virgilio cuenta la bajada de Cristo a los infiernos. Después visitan a los grandes hombres de la antigüedad, héroes, poetas y sabios.

5.
Bajaba al segundo Círculo, que es la primera estancia de los incontinentes. A su entrada se encuentra Minos, el juez infernal, enviando a las almas al castigo correspondiente a cada pecado. Vencida su oposición a dejar entrar a Dante al declarar Virgilio la suprema voluntad que lo manda así, los viajeros entran para observar a los lujuriosos arrastrados por un torbellino, imagen equivalente de la pasión que los arrastró en esta vida. Tras una rápida visión de los amantes más famosos de la antigüedad, Francesca de Rímini cuenta a Dante su historia. En este círculo y en los tres siguientes están castigados los que, más que elegir el mal, no tuvieron fuerzas suficientes para elegir el bien.

6.
En el tercer Círculo se encuentran los glotones, anegados en el cieno, la lluvia y el granizo, continuamente amedrentados por el trifauce Cerbero. Apaciguado éste, Dante puede hablar con su compatriota Ciacco, que le profetiza los desastres que amenazan a Florencia y las penas que sufren o aguardan a otros protagonistas de la situación florentina. El amor hacia otros, que justificaba hasta cierto punto a los condenados en el Círculo anterior, desaparece en éste, y empezamos a encontrar el amor por uno mismo, simbolizado aquí por la glotonería. Sin reciprocidad, sin posibilidad de comunicación, cada una de las almas se encuentra aislada y hundida en el fango.

7.
Tras vencer la oposición de Plutón, encuentran en el cuarto Círculo a los avaros y los pródigos, dos caras del mismo pecado, arrojándose mutuamente grandes rocas. Virgilio explica la naturaleza de la Fortuna. Descienden el acantilado y cruzan la laguna Estigia, que forma el quinto Círculo, residencia de los iracundos. Rodeándola, llegan al pie de una atalaya. Un grado más en el proceso de degeneración y hemos llegado al egoísmo, que, naturalmente, se opone a todos los demás egoísmos, efecto representado por el antagonismo entre avaros y dispendiosos.

8.
Desde la atalaya se avisa a la ciudad de Dite, desde donde envían a Flegias para transbordar a los viajeros al otro lado de la Estigia. En el trayecto encuentran el alma enlodada de Felipe Argenti. Rodeando las murallas al rojo vivo de la ciudad de Dite, llegan a una puerta guardada por los ángeles caídos, que les impiden la entrada. Si quieren seguir adelante, tienen que esperar la ayuda divina.

9.
Detenidos por los ángeles caídos, tanto Dante como Virgilio dudan. Aparecen las Furias que amenazan a los viajeros con la Medusa. Finalmente, precedido de un ruido atronador, aparece el mensajero celestial que rechaza a los ángeles caídos y abre las puertas de la ciudad. Los dos poetas encuentran al otro lado una enorme llanura donde se hallan las tumbas de los herejes.

10.
Desde su tumba, Farinata detiene a Dante al pasar. Mientras hablan, Cavalcante dei Cavalcanti pregunta a Dante por su hijo. Farinata profetiza el triste futuro de Dante. Las almas de los condenados recuerdan el pasado y entrevén el futuro, pero no pueden conocer el presente. A partir de ahora entramos en el más horrendo de los infiernos, donde se purgan los pecados cometidos desde un acto volitivo y consciente. El primero de ellos es, precisamente, la herejía. Un hereje, para Dante, es un hombre que, sabiendo perfectamente lo que hace, acepta a la Iglesia, pero, al mismo tiempo, prefiere seguir su propio juicio y no el magisterio de ésta. En este sentido nos explicamos la condena en este círculo de Federico II de Sicilia, a quien tanto admiraba Dante por su dimensión política, y del cardenal Ubaldini.

11.
Mientras descansan, Virgilio explica la organización del Infierno. Dante se inspira en su clasificación de los pecados en Aristóteles, dividiéndolos en tres clases principales: a) incontinencia o apetito incontrolado; b) bestialidad o apetito pervertido, y c) malicia o mal uso de la cualidad humana del razonamiento. A esta división añade, como cristiano, un círculo para los que no se han beneficiado de la Revelación (Limbo) y otro para los que la han forzado racionalmente (herejes), componiendo así los nueve círculos del Infierno. Los ignavos, que ni creyeron ni actuaron, están en el Vestíbulo, no en uno de los círculos. Aunque el número nueve se repite en las tres cánticas, en el caso del Infierno la complicación es mayor porque el círculo de la violencia (séptimo) está dividido en tres recintos y el de la malicia en diez fosos, además de añadir otros cuatro recintos.

12.
Cuando van a bajar al séptimo Círculo se les opone el Minotauro, al que Virgilio enfurece con una burla. Los dos poetas aprovechan la ceguera de su furia para bajar por el inseguro sendero que ofrecen unas rocas derrumbadas que, según explica Virgilio, cayeron a causa del terremoto que se produjo cuando Cristo bajó al Limbo. Llegan al río Flegetonte, en el que están sumergidos los violentos contra el prójimo, vigilados por los Centauros. Uno de ellos, Neso, los guía a través de un vado mientras les va señalando diversos tiranos condenados en el hirviente río de sangre.

13.
 Entran en la selva dolorosa, cuyos árboles son las almas de los suicidas o violentos contra sí mismos. Uno de ellos, Pier della Vigna, cuenta a Dante su historia y le explica el castigo de la transmutación de las almas en árboles y lo que ocurrirá con sus cuerpos el día del Juicio Final.

14.
Los violentos contra Dios, la naturaleza y el arte están condenados en el tercer recinto de este círculo, un desierto de arena ardiente, bajo una continua lluvia de fuego. Los dos poetas van bordeando con cuidado el desierto, hasta llegar a un riachuelo de color rojo. Allí Virgilio explica el origen de los diversos ríos infernales.

15.
Visión de los que cometieron violencia contra naturaleza, castigados a correr eternamente bajo el fuego. Entre ellos va Brunetto Latini, que predice a Dante las persecuciones de que le harán objeto sus compatriotas. A pesar de la condena por el pecado de sodomía, no dejamos de notar el respeto y el amor de Dante por su antiguo maestro.

16.
Entre los violentos contra naturaleza encuentra a tres nobles florentinos, famosos por su actividad política en el bando güelfo, a los que cuenta, con tonos apocalípticos, el grado de degeneración y decadencia a que ha llegado Florencia. Ya están al borde del insalvable acantilado que los separa del octavo Círculo.

17.
Mientras Virgilio habla con Gerión, Dante contempla a los usureros, que se encuentran en las arenas ardientes. Luego los dos poetas montan sobre el alado Gerión, que los transporta al octavo Círculo.

18.
Nos encontramos en el octavo Círculo, dividido en diez fosos, donde penan los fraudulentos contra toda la humanidad. Van andando a lo largo del primer foso, en el que se encuentran los rufianes y seductores. De un foso al siguiente es necesario pasar a través de un puente de piedra. Así llegan al segundo foso, donde encuentran a los aduladores. Los «malebolge», o fosos de podredumbre, van descendiendo de forma concéntrica hasta el pozo que constituye el centro del Infierno. Son la imagen de la sociedad en corrupción, la progresiva desintegración de todo tipo de relaciones entre los hombres, sexuales, religiosas, políticas, lingüísticas, etc., hasta llegar al pozo donde ha desaparecido toda confianza y donde no se puede esperar más que el despeñamiento al fondo del abismo.

19.
En el tercer foso están los simoníacos, hundidos cabeza abajo en el suelo y con los pies al aire, convertidos en antorchas. Aquí el papa Nicolás III está esperando a algunos de sus sucesores en la silla de San Pedro. Dante condena la avaricia del Papado, simbolizada en la simonía o comercio con las cosas que pertenecen a Dios.

20.
En el cuarto foso están los adivinos, con las cabezas colocadas al revés sobre los hombros, mirando y andando, por tanto, sólo hacia atrás. Virgilio cuenta  la historia de su ciudad natal, Mantua. Los adivinos representan a los que han usurpado el poder de Dios para conocer el futuro. Los cuerpos retorcidos son la imagen de la deformación del conocimiento y de la verdadera ciencia, deformación que se usa, como todo en los Malebolge, para el engaño de los demás y el propio beneficio.

21.
Los barateros que se han enriquecido traficando con los cargos públicos y que, paralelamente, representan en la vida civil lo que los simoníacos en el ámbito eclesiástico.

22.
Al haberse roto el puente por el que debían pasar al siguiente foso, tienen que caminar por el borde circular hasta otro puente, y así siguen encontrando más ejemplos de este abundante tipo de pecadores. La pelea entre los demonios es símbolo de que el «orden» del Infierno está basado en el desorden, el engaño y la falsedad.  

23.
Escapan de los demonios y llegan al sexto foso, lugar donde están condenados los hipócritas. Allí encuentran a los «fratri gaudenti» y a Caifás.

24.
Tras subir desde el fondo del pozo, atraviesan el puente y llegan al séptimo, lleno de reptiles, entre los que sufren los ladrones. Vanni Fucci predice la destrucción de los Blancos de Florencia.

25.
Siguen los ladrones. Igual que en la vida robaron la propiedad de otros, aquí son despojados de sus propias formas. Igual que ellos desconocieron en la tierra las palabras meum y tuum, aquí han perdido la diferencia entre el yo y el tú. Abundan entre ellos los florentinos.  

26.
Amarga ironía sobre la fama de Florencia. En el octavo foso encuentran a los falsos consejeros; no se trata de los que engañaron a aquellos a los que aconsejaban, sino de los consejeros del engaño. Como los ladrones del círculo anterior habían robado cosas materiales, éstos han robado a otros su integridad moral. La utilización del fraude con finalidad política provoca en Dante una cierta admiración, como veremos cuando encontremos a Ulises. El engaño para conseguir el triunfo de la patria es moralmente punible, pero no vemos claramente en Dante la hostilidad que manifiesta cuando trata de otros tipos de engaños.  

27.
Seguimos en el mismo foso. El espíritu de Guido de Montefeltro pide noticias de Romaña y cuenta su propia historia. Capitán de fortuna que logra establecerse como señor de Urbino por medio de engaños y hechos de armas. Al final de su vida intenta salvarse con una hipócrita profesión en la orden franciscana. El significado alegórico de este episodio se concentra precisamente en la condena de la astucia política entendida como quebrantamiento de las relaciones entre el hombre y la ley divina.

28.
Noveno foso, donde están los encizañadores, tanto en el terreno religioso (Mahoma y Alí) como en el político (Pedro de Medicina y Curio) y en el familiar (Beltrán del Born).

29.
En el décimo foso se encuentran los falsificadores de cosas, palabras, metales y personas. Los primeros están en este Canto representados por los alquimistas.

30.
Siguen, en el mismo foso, los suplantadores de personas, los monederos falsos y los calumniadores. Los primeros aparecen como perros rabiosos, castigados por la justicia divina y al mismo tiempo instrumentos de esa justicia porque se muerden unos a otros.

31.
Llegan al pozo, que está rodeado de gigantes, uno de los cuales, Anteo, les ayudará a bajar. Alegóricamente, los gigantes, que se rebelaron contra Zeus, representan el orgullo de Lucifer, que se rebeló contra Dios. Pero al mismo tiempo son la imagen de la fuerza ciega, completamente animal, que queda en el alma cuando han desaparecido los lazos del amor y la luz del intelecto. Así, Nemrod, Efialto y Anteo representan, respectivamente, la vacía estupidez, la ciega rabia y la vanidad sin sentido.

32.
En el noveno Círculo se encuentra el Cocito, lago helado que aprisiona las almas de los traidores. En el primer recinto, Caína (nombre derivado de Caín, asesino de su hermano), están los traidores a sus propios parientes; en el segundo, Antinora (de Antenor, el troyano que entregó su ciudad a los griegos), los traidores a la patria.

33.
Tras oír la terrible historia del conde Ugolino, los viajeros entrarán en el tercer recinto, Ptolomea (del nombre del general de Jericó que invitó al sumo sacerdote Simón y a sus hijos para asesinarlos durante el banquete), donde están condenados los traidores contra sus propios huéspedes.

34.
Después de pasar el recinto de la «Judesca» (del nombre del apóstol que traicionó a Cristo), se encuentran finalmente con Dite, Satanás, devorando al mismo tiempo con sus tres fauces a Judas, Bruto y Casio. Pasan, a lo largo del cuerpo del señor del Infierno, a través del centro de la Tierra, y se encuentran ahora boca abajo, en una caverna rocosa. Deben seguir el curso del río Leteo, atravesando el otro hemisferio, hasta salir a la isla de las antípodas, en la que se levanta el monte del Purgatorio. Están otra vez fuera de la Tierra, a la que han atravesado de parte a parte, y bajo la luz de las estrellas.        

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