La sangre atravesó el parabrisas roto y me cubrió la cara y el pecho. bomberos que me sacaron más tarde de la cabina aplastada pensaron...
pág. 26
...tenía el sabor inconfundible del cuerpo de Catherine, una aroma que había olvidado...

La semana que siguió al accidente había sido un laberinto de dolor y fantasías extravagantes. Las vulgaridades de la vida cotidiana, con sus dramas ocultos, habían sofocado o atrofiado toda mi resistencia orgánica al sufrimiento físico. El accidente había sido la única experiencia auténtica de los últimos años. Por primera vez me enfrentaba a mi propio cuerpo, inagotable enciclopedia de dolores y excreciones, a la mirada hostil de los otros, y al hombre muerto en el accidente. Después de haber sido bombardeado implacablemente por la propaganda de la seguridad en las carreteras, haber tenido un accidente real era casi un alivio. Como todos los que viven asaltados por cartelones admonitorios y filmes de televisión con accidentes futuros, yo había tenido la impresión vaga e inquietante de que la espantosa culminación de mi vida se ensayaba desde hacía años, para ser representada en una carretera o intersección que sólo los directores de esos filmes conocían.
pág.43
2 comentarios:
No pude terminar este libro de Ballard. Me gustó La isla de cemento pero Crash es demasiado para estómagos delicados como el mío.
No me extrañan las erratas en una edición de bolsillo de Minotauro. De todos modos, su proyecto de publicar a Philip K. Dick completo es, por el momento, impecable y muy de agradecer.
Saludos.
Yo tampoco lo he acabado. El libro, además de erratas, tiene como una dejadez en la traducción que me ha cansado.
Saludos
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