14/3/13

El jardín colgante


Barcelona ha pasado muchas épocas siendo prisionera de España. Esta vez, sin embargo, no se trata de España encarnada en un general que arroja sus bombas, ni tampoco de una horda de descontentos que queman iglesias. Esta vez la España que mantiene a la ciudad hechizada es un paseante oscuro, con un sombrero negro que le tapa la cara y un abrigo en cuyo interior esconde una colección de cuchillos. A veces se cuela en los dormitorios de los adolescentes y les susurra en el oído mientras duermen y cuando se despiertan ya no tienen alma y sus ojos han perdido la luz de la vida y corren a alistarse en partidos políticos o a unirse en manifestaciones por las calles. Otras veces entra con sigilo en una librería de izquierdas o en la redacción de algunas revista satírica y se quita el sombrero para enseñar una sonrisa llena de colmillos y cuando sale un par de minutos más tarde todos los ocupantes del lugar duermen plácidamente en el suelo en medio de charcos de sangre.


                                    

4/3/13

Las partículas elementales


Prácticamente todas las sociedades animales funcionan gracias a un sistema de dominación vinculado  a la fuerza relativa de sus miembros. Este sistema se caracteriza por una estricta jerarquía; el macho más fuerte del grupo se llama  animal alfa; le sigue el segundo en fuerza, el animal beta, y así hasta el animal más bajo en la jerarquía, el  animal omega.  Por lo general, las posiciones jerárquicas se determinan en los rituales de combate;  los animales de bajo rango intentan mejorar su posición provocando a los animales de rango superior, porque saben que en caso de victoria su situación mejorará. Un rango elevado va acompañado de ciertos privilegios: alimentarse primero, copular con las hembras del grupo.  No obstante, el animal más débil puede evitar el combate adoptando una postura de  sumisión  (agacharse, presentar el ano). Bruno se hallaba en una situación menos favorable. La brutalidad y la dominación, corrientes en las sociedades animales, se ven acompañadas ya en los chimpancés (Pan troglodytes) por actos de crueldad gratuita hacia el animal más débil. Esta tendencia alcanza el máximo en las sociedades humanas primitivas, y entre los niños y adolescentes de las  sociedades desarrolladas. Más tarde aparece la  piedad, o identificación con el sufrimiento del prójimo; esta piedad se sistematiza rápidamente en forma de  ley moral.

– Siempre me ha sorprendido -empezó sin sentarse siquiera- la extraordinaria precisión de las predicciones que hizo Huxley en Un mundo feliz. Es alucinante pensar que ese libro fue escrito en 1932. Desde entonces, la sociedad occidental no ha hecho otra cosa que acercarse a ese modelo. Un control cada vez más exacto de la procreación, que cualquier día acabará estando completamente disociada del sexo, mientras que la reproducción de la especie humana tendrá lugar en un laboratorio, en condiciones de seguridad y fiabilidad genética totales. Por lo tanto, desaparecerán las relaciones familiares, las nociones de paternidad y de filiación. Gracias a los avances farmacéuticos, se eliminarán las diferencias entre las distintas edades de la vida. En el mundo que describió Huxley, los hombres de sesenta años tienen el mismo aspecto físico, los mismos deseos, y llevan a cabo las mismas actividades que los hombres de veinte años. Después, cuando ya no es posible luchar contra el envejecimiento, uno desaparece gracias a una eutanasia libremente consentida; con mucha discreción, muy deprisa, sin dramas. La sociedad que describe Brave New World es una sociedad feliz, de la que han desaparecido la tragedia y los sentimientos violentos. Hay total libertad sexual, no hay ningún obstáculo para la alegría y el placer. Quedan algunos breves momentos de depresión, de tristeza y de duda; pero se pueden tratar fácilmente con ayuda de fármacos; la química de los antidepresivos y de los ansiolíticos ha hecho considerables progresos. «Un centímetro cúbico cura diez sentimientos.» Es exactamente el mundo al que aspiramos actualmente, el mundo en el cual desearíamos vivir.

(Extractos de Las  partículas elementales de Michel Houellebecq)


El bebé de Miriám

Título: En el nombre de la madre ( In nome della madre ) Autor: Erri de Luca Año de aparición: 2006 Edición: Ediciones Siruela, 107 pági...