Savater se ha metido en el circo del premio Planeta. Ahora lo veremos casi a diario por televisión y lo escucharemos por todas las radios del país. No es la primera vez que se enreda en el circuito promocional del señor Lara: ya quedó finalista del premio hace años con El jardín de las dudas. Savater tiene por tanto experiencia como novelista pero, como dijo en algún lugar Vargas Llosa, una novela, cuantas más páginas, mejor. Y hay algo en Fernando Savater que tiende más a Borges que a Tolstói. Tiende a producir magníficas brevedades.
Este libro recopila 68 de esas miniaturas (algunas de poco más de tres páginas) en las que trata todo tipo de temas: recupera autores desconocidos u olvidados (Groethuysen, Julien Benda, Erich Fromm), recuerda sus ídolos cinematográficos (Tiburón, Vincent Price), se aproxima a lo filosófico (Ética de la alegría) o comenta la obra de sus amigos (Rafael Sánchez Ferlosio, Jon Juaristi).
359 pág., Alfaguara 1998